Rosario PérezSEGUIRBrihuega
Actualizado:06/06/2021 22:37h
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Apenas dos horas antes de su reaparición, Emilio de Justo se marcaba un ‘sprint’ mientras bordeaba el costado norte de la Muralla. De oro y grana, el color de los valientes, se presentó en la plaza, colmada de expectación y con no pocas peripecias para acceder a ella. Colapsada Brihuega, las carreras en cuestas de Everest precipitaron a más de unos tacones lejanos al suelo. Abrasaba el cemento del histórico coso, con una temperatura que derretía el teclado en la solanera. Pasaban los minutos y el espectáculo más puntual no arrancaba. Con casi un cuarto de hora de retraso sonaron clarines y timbales antes del Himno Nacional, con la gente en pie.
Y erguida se puso en la emocionante
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